martes, 22 de diciembre de 2020

Viaje de Magallanes y Elcano.

Año 1519. España. Reina Carlos I, nieto de los Reyes Católicos. El monarca decide que quiere enviar una expedición para llegar al sudeste asiático (Islas Filipinas, Laos, Camboya, Vietnam, etc.) a través de una nueva ruta. Vamos a explicar por qué los españoles querían llegar allí, así como los hechos que acabaron culminando en la primera circunnavegación de la Tierra.

¿Por qué semejante viaje?

El motivo era esencialmente económico. El sudeste asiático es el único lugar del mundo en el que crecen productos como la canela, la pimienta, el clavo o la nuez moscada. Son las denominadas "especias", que sirven, aparte de para dar sabor a los platos, para conservar alimentos. Imaginaos lo importantes que eran las especias en aquella época, cuando aún no existían ni la electricidad ni mucho menos los frigoríficos o los congeladores. Valían tanto como el oro, incluso más. Los españoles deseaban acceder a la especias de manera directa. Pero había un problema: su comercio estaba en manos de los portugueses, que controlaban toda la ruta (mirad el mapa de abajo: todo lo sombreado en verde corresponde a territorio portugués. Cualquier barco no portugués que se atreviese a pasar por la zona era apresado o hundido)


¿La solución? Los españoles tenían que buscar otra ruta. Una que evitase cruzar aguas portuguesas. Y aquí entró en juego Fernando de Magallanes, quien propuso a Carlos I cruzar el Atlántico y buscar un paso hacia el Océano Pacífico por Sudamérica, con el objetivo final de llegar a la tierra de las especias. A priori podría parercer una idea sencilla y no demasiado arriesgada. Pero hay que tener en cuenta que en 1519, año en el que se inició la expedición, la parte del mundo que conocíamos era sólamente la destacada:



Por lo tanto, aventurarse a navegar más al sur de Brasil era meterse en aguas desconocidas, nunca antes navegadas por nadie. No sabían qué podrían encontrarse: rocas sumergidas, tribus hostiles, seres nunca antes vistos, quizá monstruos... La aventura estaba servida.

El viaje.

El encargado de llevar a cabo semejante empresa fue Fernando de Magallanes, un navegante portugués al servidio del rey Carlos I. Partió del San Lúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 con cinco barcos. La ruta que siguió aparece detallada en el siguiente mapa:


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Estrecho de Magallanes. Imagen
tomada por satélite. Lo blanco es nieve
y hielo.
Como se puede ver, una vez llegados a América empezaron a dar como "saltitos". Esto es debido a que buscaban un paso para cruzar al Pacífico; y cada vez que se encontraban con una bahía o desembocadura de río más o menos grande se introducían en ella para investigarla, por ver si les llevaba a su objetivo. No sabían que el único paso existente estaba muy al sur. Y tampoco sabían que era uno de los lugares más peligrosos del mundo para la navegación. Estamos hablando del Estrecho de Magallanes (ver foto). Un verdadero laberinto con peligrosas corrientes marinas y aguas embrabecidas por los frecuentes temporales que azotan el lugar. Los barcos se internaron en él; y apunto estuvieron de naufragar en más de una ocasión debido a las tormentas y vendavales. Afortunadamente, al final consiguieron cruzarlo, llegando al Océano Pacífico. Allí no tuvieron tormentas, sino todo lo contrario: un mar calmado y vientos favorables.
Sin embargo, a Magallanes y su tripulación les acechaba otro peligro. El Pacífico es un océano inmenso, en el cuál hay grandes extensiones de mar sin isla alguna. Sin posibilidad de recargar agua potable y alimentos, la hambruna y la sed pronto hicieron mella en los marineros, como bien describe en este texto Antonio Pigafetta, cronista de la expedición:

La galleta que comíamos ya no era más pan sino un polvo lleno de gusanos que habían devorado toda su sustancia. Además, tenía un olor fétido insoportable porque estaba impregnada de orina de ratas. El agua que bebíamos era pútrida y hedionda. Por no morir de hambre, nos hemos visto obligados a comer los trozos de cuero que cubrían el mástil mayor a fin de que las cuerdas no se estropeen contra la madera... Muy a menudo, estábamos reducidos a alimentarnos de aserrín; y las ratas, tan repugnantes para el hombre, se habían vuelto un alimento tan buscado, que se pagaba hasta medio ducado por cada una de ellas... Y no era todo. Nuestra más grande desgracia llegó cuando nos vimos atacados por una especie de enfermedad que nos inflaba las mandíbulas hasta que nuestros dientes quedaban escondidos... .


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Enfermo aquejado de escorbuto.
La enfermedad a la que se refiere Pigafetta es el escorbuto: un mal que aqueja a toda aquella persona que no toma la suficiente cantidad de vitamina C, presente ésta en frutas y verduras. Sus síntomas son claros: primero se inflaman las encías, y luego se caen los dientes. Si no se trata a tiempo puede llegar a ser mortal.





Afortunadamente la flota finalmente consiguió avistar y atracar en una isla, a la que bautizaron como "Isla de los ladrones" (Actual isla de Guam). Allí pudieron descansar y obtener agua fresca y comida. Luego de esto comenzaron a investigar la zona. Consiguieron cargar de especias uno de los barcos, y todo parecía empezar a marchar por fin bien. Pero la mala fortuna deparaba un nuevo golpe a la expedición...

Muerte de Magallanes, relevo de Elcano y finalización del viaje.

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Escudo de armas de Elcano. Merece la pena
fijarse en la parte superior del mismo,
donde aparece un globo terráqueo
con la inscripición en Latín
"PRIMVUS CIRCVMDEDISTI ME".
La traducción: "El primero en darme la vuelta"
En el tanscurso de la exploración de una isla, los españoles fueron atacados por una tribu. Hirieron a Magallanes, que murió al poco tiempo. Ante esas circunstancias, Juan Sebastián Elcano se hizo cargo del mando de la expedición, decidiendo volver a España por la ruta que bordeaba África. Tras mucho penar y mucho huír de las flotas portuguesas que les acosaron y persiguieron, finalmente lograron llegar a Sevilla en septiembre de 1522, con un solo barco y 18 tripulantes. Lo habían conseguido. Habían descubierto una nueva ruta para llegar a la tierra de las especias y habían demostrado que la Tierra era esférica.

Recompensa.

Carlos I felicitó a Elcano por la hazaña lograda, otorgándole un escudo de armas (una distinción muy imporante en aquella época) y una paga anual de 500 ducados de oro (el equivalente actual a 27.000€, más o menos). Elcano, lejos de acomodarse, siguió navegando y participando en otras expediciones. Moriría de escorbuto en 1526, a bordo de la nave "Santa María de la Victoria", viajando de nuevo hacia el sudeste asiático.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Plan de clases. 22 / 12 / 2020.

Matemáticas: ejercicio de recuperación para la gente que no llegó al 5. Los demás también lo hacen.

Lengua: Continuación de la historia del paslobo. Quizá hagamos la lectura del tema 5.

Sociales: Veremos brevemente la expulsión de los Judíos. Luego elegiremos entre el viaje de Magallanes y Elcano o bien en comenzar el tema 1 de Naturales: los sentidos y el sistema nervioso.

Plástica: iniciaremos el primer dibujo de la segunda evaluación.


Recursos online:

Todo fracciones





viernes, 18 de diciembre de 2020

Reyes Católicos. Parte III. Expulsión de los Judíos.

El siguiente plan de los Reyes Católicos era que en la Península Ibérica, a parte de unidad política (la unión de todos los reinos) hubiera también unidad religiosa. En este caso, la religión elegida fue la Católica. Sin embargo, había un problema. En el territorio que hoy conocemos como España había diferentes credos:

Musulmanes. La reconquista había ido dejando tras de sí comunidades musulmanas en diversos lugares. Éstas habían sido toleradas por los cristianos, que permitían a los islámicos practicar su religión. Sin embargo ésto cambiaría durante el reinado de los Reyes Católicos.

Cristianos. Eran la inmensa mayoría, y por tanto la religión dominante.

Judíos. Eran minoría. Llevaban viviendo en la Península Ibérica desde el año 70 d.C, cuando habían sido expulsados de Jerusalén por los romanos. Por lo tanto, se podía decir que llevaban por aquí casi toda la vida.

Como era costumbre en su proceder, los Reyes Católicos empezaron por el rival más débil. En este caso, los Judíos. En marzo de 1492, recién terminada la conquista de Granada, promulgaron el siguiente decreto:


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Traducción:

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Judíos camino del destierro.
       " Nosotros ordenamos que los Judí­os y Judí­as de cualquier edad que residan en nuestros dominios o territorios partan con sus hijos e hijas, sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso adelante a traspasar de la manera que si algún Judí­o que no acepte este edicto es acaso encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes. Y hemos ordenado que ninguna persona en nuestro reinado sin importar su estado social incluyendo nobles que escondan o guarden o defiendan a un Judí­o o Judí­a ya sea públicamente o secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus hogares o en otro sitio en nuestra región con riesgos de perder como castigo todos sus feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios. Hágase que los Judí­os puedan deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias en el plazo estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la protección y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos puedan vender e intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro artí­culo y disponer de ellos libremente a su criterio que durante este plazo nadie debe hacerles ningún daño, herirlos o injusticias a estas personas o a sus bienes lo cual serí­a injustificado y el que transgrediese esto incurrirá en el castigo los que violen nuestra seguridad Real.

Damos y otorgamos permiso a los anteriormente referidos Judí­os y Judí­as a llevar consigo fuera de nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra exceptuando oro y plata, o moneda acuñada u otro artí­culo prohibido por las leyes del reinado. De modo que ordenamos a todos los concejales, magistrados, caballeros, guardias, oficiales, buenos hombres de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro reino y dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y obedezcan con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den la clase de asistencia y ayuda necesaria para su ejecución, sujeta a castigo por nuestra gracia soberana y por la confiscación de todos los bienes y propiedades para nuestra casa real y que esta sea notificada a todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este edicto sea proclamado en todas las plazas y los sitios de reunión de todas las ciudades y en las ciudades principales y villas de las diócesis, y sea hecho por el heraldo en presencia del escribano público, y que ninguno o nadie haga lo contrario de lo que ha sido definido, sujeto al castigo de nuestra gracia soberana y la anulación de sus cargos y confiscación de sus bienes al que haga lo contrario. Y ordenamos que se evidencie y pruebe a la corte con un testimonio firmado especificando la manera en que el edicto fue llevado a cabo.
Dado en esta ciudad de Granada el Treinta y uno dí­a de marzo del año de nuestro señor Jesucristo de 1492. Firmado Yo, el Rey, Yo la Reina, y Juan de Coloma, secretario del Rey y la Reina quien lo ha escrito por orden de sus Majestades.

En clase, todos juntos, sacaremos conclusiones acerca de este texto.