miércoles, 2 de diciembre de 2020

La Iglesia Católica y la Ciencia. Una relación difícil.

Las cosas claras: la Iglesia Católica y la ciencia han mantenido durante siglos lo que podría denominarse como una relación de "amor - odio". En esta entrada vamos a explicar por qué.

La Iglesia y la ciencia: relación de amor.

Invasiones Bárbaras.

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, todo el conocimiento y saber del mundo antiguo comenzó a desaparecer. Los bárbaros invasores (Ostrogodos, Visigodos, Francos, Alanos y demás) no tenían mucho interés en materias como la ingeniería, la literatura, la filosofía o el arte. Menos mal que la Iglesia Católica estuvo al quite. Los monjes de los monasterios, preocupados ante la idea de que todo lo que se sabía pudiera llegar a ser olvidado por los nuevos señores, guerreros e incultos, se dedicaron a guardar en los monasterios todos los libros y documentos que pudieron. También hicieron copias de las grandes obras de la antigüedad (mapas, tratados de filosofía, matemáticas, astronomía...) para preservarlos y así poder transmitírselos a las generaciones venideras. 
Monje copiando.

Asimismo en los monasterios se inició el germen de lo que hoy conocemos como ciencia. Los monjes hacían experimentos, investigaban cómo curar enfermedades con hierbas y plantas, estudiaban el cielo, innovaban en la construccion de sus iglesias... Se puede decir que gracias a la Iglesia la ciencia, durante los siglos XIII, XIV y XV, pudo arrancar.

La Iglesia y la ciencia: relación de odio.

Sin embargo llegó un punto en el que la sabiduría empezó a salir de los monasterios. En torno a los siglos XIV y XV cada vez más gente de fuera de la iglesia comenzó a interesarse por temas de índole científica. Y claro, pronto empezaron los enfrentamientos entre el mundo religioso y el mundo laico. Hay una larga lista de conflictos que acabaron con el castigo de aquéllos que se atrevieron a llevar la contraria a los curas y monjes, que aunque sabios y cultos, eran muy cerrados de mente a la hora de aceptar cualquier cosa que contradijese lo que ponía en la Biblia. Científicos como Galileo Galilei, Giordano Bruno o Miguel Servet fueron quemados vivos o encarcelados de por vida por atreverse a decir cosas como que la Tierra giraba alrededor del Sol, que el mundo fuera más antiguo de lo que se creía o que posiblemente hubiera infinitos planetas con infinitas formas de vida.

Estatua de Giordano Bruno en la plaza
Campo de Fiori,
lugar en el que fue quemado vivo.

Muchas ideas científicas han sido perseguidas por la Iglesia Católica, que ha tardado tiempo en asimilar conceptos como el modelo heliocéntrico del Sistema Solar, la teoría de la selección natural o procedimientos médicos tales como la disección de cadáveres.

En la actualidad este enfrentamiento apenas existe. Hoy en día Iglesia y ciencia, si no de la mano, al menos no andan a la gresca. Se respetan, que no es poco. Hay religiosos que son científicos, y científicos que son religiosos. Todo está en paz, y ójala siga así por muchos años. 


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